sexo

Manual del buen seductor

, 16/12/2009

El escritor Robert Greene afirma que la seducción es un juego de sicología y no de belleza, que nada tiene que ver con el azar y sí mucho con el engaño.

Libro el manual de seducción - Foto:

En este tiempo de balances sobre el año que termina, no pocos se lamentarán de lo desastrosa que es su vida amorosa y sexual. Ello no es nada raro, pues la actual es una época de corazones solitarios, frustrados y confusos, que no cesan de preguntarse porque no “levantan”, como se dice en la jerga popular, si no carecen de atractivos físicos, talentos, estabilidad profesional y todas esas cosas que, se supone, se requieren para desear y ser deseado. Hay otro grupo de hombres y mujeres que no están solos, pero sí van de fracaso en fracaso sentimental, lo que los hace temer que definitivamente son incapaces de retener a sus conquistas. A lo mejor, una luz en el camino para los que padecen este verdadero mal del siglo en que se ha convertido la falta del buen amor se encuentre en El arte de la seducción, un nuevo libro del escritor Robert Greene, escrito a manera de manual, muy propicio para barrer de la mente todas esas cucarachas que se anidan en el cerebro sobre un tema tan delicado. “El principal obstáculo para ser seductor es nuestro absurdo prejuicio de considerar al amor y al romance como una especie de mágico reino sagrado en que las cosas simplemente suceden, si deben hacerlo”, dice la obra acerca de un viejo mito del enamoramiento. A cambio de ello, el autor recalca que el éxito en estas lides sólo se obtiene con premisas que a lo mejor sean duras de escuchar para muchos:

La seducción es una cuestión de poder, control, engaño y creación de deseo y confusión hasta conducir a la rendición sicológica. Suena cruel, pero está comprobado que asumir la fascinación sentimental como si se librara una batalla es lo más efectivo, con la diferencia de que aquí las armas no son enérgicas ni directas, sino muy sutiles, aunque sí tortuosas, en especial cuando la ‘víctima’ muerde el anzuelo del placer y luego éste le es negado para mantenerla en ascuas.

A quienes les preocupa la disyuntiva entre flirteo pasajero o relación estable, les será útil saber que es mucho más efectivo despertar amor que pasión, pues “una persona enamorada es emotiva, manejable y fácil de engañar, mientras que una apasionada es más difícil de controlar y, una vez satisfecha, bien puede marcharse”. Porque, óigase bien, en esta propuesta el sexo no es un fin, sino un medio, un actor más dentro de una trama en la que, de todos modos, lo que sucede en la cama tiene el poder de marcar un punto de quiebre: “Los seductores se toman su tiempo, engendran encanto y lazos amorosos, para que cuando llegue el sexo no haga otra cosa que esclavizar a la víctima”.
Greene, autor también de best-sellers como Las 33 estrategias de la guerra y Las 48 leyes del poder, sostiene que la seducción es un juego de sicología y no de belleza que está al alcance de todos los que siguen sus postulados fundamentales: un ser cautivador lo es a todas las horas del día y todo el año, pues ve en cada contacto social y personal la oportunidad de una nueva conquista, lo cual genera un ímpetu acumulativo, pues “una seducción hace más fácil la que sigue”, sentencia Greene, quien basa sus teorías en textos sobre la seducción de autores como Ovidio, Freud y Kierkegard, entre otros.

Un conquistador auténtico no ignora tampoco que lo que seduce a una persona es el esfuerzo que se invierte en ella, pues señala lo importante que es para su pretendiente. Así las cosas, el seductor jamás improvisa y entiende que dejar los asuntos del corazón al azar es más que contraproducente, pues indica que aquéllos no se toman en serio.
También queda desechado el ensimismamiento en el arte de cautivar, pues es una lamentable muestra de inseguridad, además de no ser nada sexy. El punto de arranque consiste, entonces, en identificarse con la persona que se desea, imaginar qué se siente ser él o ella y ver el mundo a través de sus ojos. El fin de esta táctica es recoger toda la información necesaria para saber qué la hacer vibrar y qué nubla su pensamiento, hasta hacerla caer por fin en la trampa.

Greene también proclama que una persona seductora concibe la vida de forma completamente amoral. Para ella, todo es adaptable y fluido y el mundo no es más que su recámara. Por eso, tampoco le cuesta creer que la existencia es un teatro en el que, siempre en aras de sus conquistas, ella interpreta múltiples papeles, cuyo denominador común es el de ser a conciencia una fuente de placer.

Pero, ¿cómo llevar a la realidad esta filosofía audaz y mundana? Ante todo, hay que tener claro que todos los seres humanos poseen el poder de atraer a los demás y dominarlos. Greene reitera que no es un don místico, exclusivo de unos cuantos. “La clave para explotar ese potencial, es saber qué apasiona a la gente del carácter de una persona y desarrollar esas cualidades latentes en nosotros”, explica el manual.

La seducción exitosa no comienza con una maniobra o un plan obvios, lo cual despertaría sospechas, sino con la habilidad para irradiar una cualidad que le provoque a los otros emociones que no puedan controlar. Para facilitar este proceso, Greene presenta los nueve tipos de seductores que existen, a partir de fuentes que le dan peso al libro, como son las experiencias de los más grandes cautivadores del mundo: Cleopatra, Julio César, Don Juan Tenorio, Casanova, el vizconde Valmont , Chateaubriand, La Bella Otero, Charles Chaplin, Evita Perón, John F. Kennedy, Marilyn Monroe, y muchos otros personajes, tanto de la realidad como de la ficción, quienes demuestran que la seducción es una de las armas fundamentales de la historia y lo último en sistemas de poder.

Entre los tipos de seductor se encuentran ‘la sirena’, dueña de una gran energía sexual, con la que libera al hombre de la, a veces, agobiante carga de ser siempre dominante y racional. Por eso, es la fantasía sexual masculina por excelencia. ‘El libertino”’, por su parte, adora insaciablemente al sexo opuesto y ello es un gran remedio para la mujer, quien nunca se siente suficientemente deseada. Si lo que se busca es romance, aventura y suprema comunión espiritual, entonces se es ‘el amante ideal’, dueño de una fina sensibilidad estética y experto en crear ilusión. ‘El dandy’ juega con su imagen para ser una tentación dominante y andrógina. ‘El cándido’, con su espontaneidad y sencillez, es el amante que devuelve a ese valle ameno de la infancia que consciente o inconscientemente todos intentan recrear. ‘La coqueta’, autosuficiente y con una frescura exquisita, subyuga con muestras alternadas de vehemente interés y gélida indiferencia. ‘El encantador’ seduce sin sexo y quiere y sabe complacer. ‘El carismático’ es el típico dueño del no sé qué, que en realidad puede ser energía sexual, placidez o determinación. Por último, ‘la estrella’, etérea y misteriosa, responde al deseo de huir de la dura realidad, con su atractivo estilo que se roba siempre las miradas.

A todos ellos se les contraponen unos personajes funestos, los ‘antiseductores’, cuyos rasgos, si se sufre de ellos, hay que erradicarlos: “inseguros, ensimismados e incapaces de entender la sicología de otra persona; literalmente, repelen”. Además, ellos no tienen conciencia de sí mismos, ni saben cuándo fastidian y hablan demasiado.
Así como hay variedad de seductores, la hay en sus víctimas 18 tipos, que se clasifican según lo que les falta en la vida: aventura, romance, estimulación mental o física, entre otras.

En fin, una vez que se sabe qué clase de seductor se es y a qué tipo de víctima se le apunta, el próximo paso de este manual será seguir las 24 maniobras y estrategias que recomienda el autor (ver tips) para conquistar, basados en leyes eternas de la sicología humana. Son reglas sencillas y flexibles cuya gran exigencia es comprender que la seducción es un proceso que sucede en el tiempo. “Cuanto más tardes y más lento avances en él, más hondo llegarás en la mente de tu víctima”, recomienda Greene.
 
Tips: La seducción paso a paso
*Elige la victima correcta.
* Crea una falsa sensación de seguridad: acércate indirectamente.
* Emite  señales contradictorias.
*Aparenta ser un objeto de deseo. Forma triángulos.
*Provoca ansiedad y descontento.
*Domina el arte de la insinuación.
*Penetra su espíritu.
* Crea tentación.
*Conserva el suspenso.
*Usa el diabólico poder de las palabras.
*Presta atención a los detalles.
*Poetiza tu presencia.
*Mezcla deseo y realidad.
* Aísla a la victima.
*Muestra de lo que eres capaz.
*Efectúa una regresión.
*Fomenta las transgresiones y lo prohibido.
*Usa señuelos espirituales.
* Combina el placer y el dolor.
*Dale a tu victima la oportunidad de caer.
*Usa senuelos físicos.
* Domina el arte de la acción audaz.
* Cuídate de las secuelas.