Winona Ryder heroína retro

Revista Fucsia, 20/9/2016

Enamoró a toda una generación en los años 1990 y quiere ahora, a sus 45, reconquistar a su viejo público y a seguidores más jóvenes con la serie Stranger Things, inspirada en la nostalgia de los años 1980.

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Winona forever” (Winona para siempre). Ese fue el juramento que Johnny Depp le hizo a su entonces novia, Winona Ryder, mediante un tatuaje en su brazo derecho. En los años 1990 parecía que la actriz no solo tendría asegurado su amor “para siempre”, sino el del público. Ella era la poster girl de la época, omnipresente y memorable en cintas como Beetlejuice, El joven manos de tijera, Drácula, Mujercitas y La edad de la inocencia (estas dos últimas le valieron sus dos nominaciones al Óscar).

Sin embargo, la promesa de amor no se cumplió: gracias a la ayuda del láser el tatuaje se transformó en un “Wino forever” (borracho por siempre), pues la relación de los “Brangelina” del momento no resistió los cuatro años. Pero, además, en 2001 la consentida de Hollywood cayó estrepitosamente desde lo más alto de la cima de la fama: había participado en unos 25 proyectos en poco más de una década cuando fue pillada mientras robaba ropa y accesorios de diseñador en una tienda de Saks Fifth Avenue, por un valor de 5.500 dólares. Luego vinieron el escándalo, la acusación de ser adicta a los analgésicos, una sentencia de tres años de libertad condicional, 480 horas de servicio comunitario, la orden de someterse a tratamiento psiquiátrico y el largo exilio.

Desde entonces, cada vez que ha aparecido en la pantalla se ha anunciado su regreso, como el del Ave Fénix que renace de sus cenizas. Así fue cuando hizo de la mamá de Spok, en Star Trek 2009, y un año después al interpretar a una bailarina en decadencia en El cisne negro. Hoy se asegura lo mismo por cuenta de la serie de moda: Stranger Things, de Netflix, que, ambientada en la década del ochenta, es un homenaje al espíritu del Hollywood de ese entonces, el de ET, de las historias de suspenso de Stephen King.

“Winona fue el amor platónico de una generación completa. Por eso se habla constantemente de su retorno, de cuándo va a recuperar el estatus de superestrella que tuvo, y no sé si lo va a conseguir, pero sí podría decir que este es el trabajo más destacado que ha tenido recientemente”, comenta el crítico de cine Samuel Castro. “Es simbólico que reviva su carrera en una producción llena de referencias del cine de horror y de ciencia ficción de esos años, es volver a cautivar a los que pertenecemos a esa generación de ochenteros que se enamoraron de ella, metiéndose en los sueños infantiles que teníamos en aquel tiempo”.

En esta ocasión, Ryder interpreta a una mamá desesperada por la desaparición de uno de sus hijos y está convencida de que se comunica con él de una manera sobrenatural, por lo cual la acusan de haber perdido la razón. “¿Cómo puede comprender lo que pasa por la cabeza de su personaje si ni siquiera tiene niños?”, es una pregunta que le hacen frecuentemente. Ella simplemente responde que ser tía ha sido una buena escuela. Y agrega que su interpretación la hizo recordar un terrible suceso de 1993, cuando secuestraron a una vecina suya, en Petaluma, California. Se trataba de Polly Klass, de 12 años, quien apareció muerta, pese a los esfuerzos de la actriz, quien había aprovechado su fama y dinero para promover la búsqueda de la jovencita.

En cuanto a la agitación mental que exhibe en su caracterización ha expresado que los medios suelen convertir las emociones femeninas en “patologías”. Reconoce que es hipersensible, palabra que se usa como “un eufemismo para ‘débil’ o ‘loca’”, dijo al New York Magazine. Tampoco oculta que ha sufrido de ansiedad y depresión, lo que la motivó a llevar al cine Inocencia interrumpida, historia basada en la experiencia de la escritora Susanna Kaysen como paciente de un hospital psiquiátrico. De hecho, explica el episodio de robo diciendo que las drogas para el dolor la dejaron inmersa en un estado de confusión. Era joven y no pudo controlar más las presiones de la industria.

“Winona Ryder es una clase maestra de todos los clichés de Hollywood que fascinan a los tabloides: fue la niña prodigio de su época, se volvió la ‘novia de América’, cayó en desgracia y, cuando su carrera parecía destruida, logró salir de las tinieblas”, señala Castro. En las reseñas que aplauden su nuevo rol, un común denominador es la apreciación de que “parece congelada en el tiempo [...] y sin cirugías”. Ella admite que ese supuesto don llegó a jugarle malas pasadas y que su receso se debió en parte a que, en sus 30, los estudios no sabían en dónde podía encajar el ícono adolescente: “Es liberador que finalmente ya pueda interpretar a alguien de mi edad”. Aun así, para el crítico, envejecer es el principal obstáculo que enfrentan las actrices, “tanto que algunas como Sandra Bullock optan por crear sus propias compañías productoras para poder tener los papeles que desean. De hecho, en Star Trek, Winona es la mamá de Zachary Quinto a quien solo le lleva 5 años”.

El género también podría marcar una diferencia en cuestión de resurrecciones: sin importar cuántos tropezones tuviera por su vida desenfrenada, a Robert Downey Jr. nunca le faltaron ofertas estelares. Una anécdota relata que Woody Allen quiso tenerlo a él y a Ryder en un filme, pero las aseguradoras se lo impidieron. El caso es que ella ha buscado, al igual que muchos colegas, segundas y mejores oportunidades en la televisión: “Netflix permite a los espectadores ver los diez capítulos de una serie sin tener que esperar, como si vieran una película de diez horas, lo que significa un mayor reto actoral y una gran fuente de exposición”.

Lo cierto es que a Ryder siempre le ha gustado salirse del molde. Fue criada en una comuna por sus padres escritores, en medio de un grupo de intelectuales. Su padrino era el famoso psicólogo Timothy Leary, quien promovió el uso terapéutico de drogas psicodélicas como el LSD. Debe su nombre a que nació en el condado Winona, de Minnesota, y su apellido artístico lo pidió prestado del cantante Mitch Ryder, favorito de su papá. En el colegio sufrió abusos físicos porque parecía “un niño gay”, por lo cual estudió en casa hasta que empezó clases en una compañía teatral.

A los 14 años debutó en el cine. Alguien alguna vez le dijo que no era lo suficientemente linda para los estándares hollywoodenses. En lugar de encarnar un sex symbol, marcó tendencia al mostrarse como la chica alternativa y a la vez ingenua, que pintaba su pelo y sus ojos de negro, y sus labios de rojo, que usaba botas y chaquetas masculinas. No es casualidad que Marc Jacobs la hiciera su musa poco después del incidente del hurto en el que prendas del creativo formaban parte del botín de la vergüenza. Entre los datos curiosos recogidos por sus fans está su manía de coleccionar vestuario vintage usado en películas, y de atesorar cada edición de su libro favorito El guardián en el Centeno, que ha leído más de 50 veces. Sufriría de insomnio y acuafobia. Cuentan que se habría dado el lujo de rechazar un papel en El padrino III porque se sentía exhausta. ¿Le pasaría lo mismo con Depp y Matt Damon con quienes estuvo comprometida? Según ella, su negativa al matrimonio se debe a que sus papás, dos eternos enamorados, pusieron la vara muy alta.

La popular frase “todo tiempo pasado fue mejor” es producto de la nostalgia. Y nadie evoca el pasado como Winona Ryder. Después de todo no le gustan las redes sociales, le cuesta tomarse selfies, usa casetes y VHS, y asegura llorar a la antigua: el producto que les ponen a los actores cuando no les salen lágrimas a ella le da alergia.