personaje

Tuti Barrera Tres oficios, una sola mujer

, 5/5/2010

Tuti Barrera es modelo, diseñadora, empresaria, y ahora mamá, ella diariamente atiende diversos frentes de trabajo.

Tuti Barrera - Foto:

Ella, que no es la típica modelo paisa (peliteñida, voluptuosa, tonta y con voz de niña en el umbral de los 40 años), lo reafirma cada día con su quehacer profesional. Además de cientos (¿o miles?) de pasarelas, campañas y comerciales, ha puesto su sello en producciones fotográficas en las que ha oficiado como editora de moda; en investigaciones, en Inexmoda y en Huevos y Escobas, la empresa de su esposo, como creadora de vestuario. Además, tiene una línea de accesorios que puede verse en www.tutibarrera.com y está al frente de La Bodega de la Iglesia, su propio Wine Bar en Cartagena.

El modelaje
La moda ha sido una constante en su vida. Desde niña, a pesar de no haber tenido ninguna influencia familiar que la acercara a este tema, le han interesado la ropa, el diseño, la creación, el estilismo y todo lo que lo rodea. Con la precocidad y el ‘acelere’ disfrazado de calma que reconocen en ella quienes la rodean, María Isabel Barrera (su nombre de pila) terminó el colegio en la plenitud y volatilidad de los 15 años, y ella, que no tenía ni consideraba una segunda opción, se matriculó en Diseño Industrial en la Universidad Pontifica Bolivariana.

Eligió esa facultad básicamente porque allí había un módulo que hacía énfasis en la moda y porque estaba segura de que lo demás que aprendiera le serviría como apoyo a su proyecto de vida. Desde que pisó las aulas, sintió que no había lugar a equívoco alguno. Sus 1,80 metros de estatura y su belleza clásica, casi etérea, eran un gozo para sus compañeros y el ideal para sus contertulias, que vieron en ella el gancho ideal para mostrar sus trabajos a los docentes. Y fue precisamente en uno de esos desfiles típicos de las escuelas de moda, que Chacha Posada y Margarita Gómez –que recién inauguraban su agencia Informa Models– pusieron los ojos en ella. El modelaje también era un sueño de infancia. Diez días después de ese encuentro, se presentó ante sus nuevas agentes, quienes, a las puertas de Colombiamoda, ya le tenían 20 desfiles contratados. De eso hace más de tres lustros y aún sigue siendo una de las más requeridas por los mejores diseñadores del país.

La empresa
Su inquietud por la creación y su inconformidad con lo que encontraba en el mercado, la llevaron a diseñar y fabricar ella misma sus accesorios de uso diario, como las billeteras, portatarjetas y bolsitos de cosméticos, a los que les ponía su sello y creaba pensando exclusivamente en ella. Al ver estas piezas, sus amigas reaccionaban de inmediato y le encargaban una o varias, o hasta una colección, para uso personal, para regalos y hasta para revender. Pero lo que realmente la animó a formar una empresa fue el éxito arrollador que tuvo con un ‘manos libres’ que desarrolló por una necesidad propia de salir en la noche sin cartera y tener siempre a la mano lo necesario: tarjetas, documentos, celular y brillo de labios. Esa es su pieza estrella. La primera expresión de las mujeres que lo conocían era “lo necesito”. Ante la acogida de sus diseños, se aventuró a “hacer lo mismo, pero con juicio”.
 
El proyecto se completó con una línea canina de correas y collares inspirados en ‘Lola’, una perrita pug que la acompaña a todos lados. Son ya tres años en los que se ha hecho a un nombre, no sólo entre quienes compran por Internet, sino con clientelas tan exigentes de tiendas como las del Museo de Arte Moderno de Medellín, Cuánto Te Quiero, de Cartagena, y Casa Púrpura, de Bogotá. Por lo pronto, no quiere un local propio. Prefiere la tranquilidad que le brinda la tecnología, atender a sus clientes desde su casa por correo electrónico o desde su Blackberry, desde el lugar del mundo en que se encuentre.

Y eso no es todo. Desde noviembre del 2009 está metida ciento por ciento en un “proyecto-pasión- divertimento” que comparte con Lorenzo Márquez, su esposo. Una cava de vinos en Cartagena, la ciudad que, después de Medellín, es su preferida y a la que la atan lazos familiares y afectivos muy fuertes. Del gusto por los buenos caldos y de las falencias propias del Caribe en esa materia nació La Bodega de la Iglesia, un lugar en el que además de encontrar vinos de Chile, Argentina, Francia, España, Australia, Suráfrica y California, se pueden pasar tardes y noches enteras degustándolos en un recién remodelado local puesto en el corazón de la Ciudad Amurallada.

Maternidad
“El modelaje te obliga a postergar y postergar este paso”, sentencia Tuti. “Hay marcas y empresas con las que tienes que firmar contratos con cláusulas en las que te comprometes a no quedar embarazada y eso hace que uno siempre esté dejando esa decisión para después”. Pero llegó la hora. Después de cinco años de matrimonio con Lorenzo Márquez, su amor de siempre, su compañero de estudio y su colega, hace poco menos de dos meses le dio la noticia a sus amigos más cercanos: “voy a ser mamá”. Él no puede ocultar la dicha y ella tampoco puede esconder el nerviosismo. “Es algo muy raro. Una felicidad enorme acompañada de un susto infinito”, confiesa. Aunque los síntomas han sido los normales: náuseas, mareos y “mucha, muchísima hambre”, lo que más le llama la atención de su estado es cómo cambiaron sus prioridades: “Ahora todo gira en torno a esa vida”.

Ahora, Tuti hace todo con más cuidado, siempre pensando en su hijo. Camina más despacio, maneja con mayor precaución, los zapatos son más bajitos y “come por dos”. Tiene claro que su vida ya no será la misma que cuando nazca su hijo, o hija, ya no volverá a dormir igual, que el concepto de libertad variará, que el tiempo para sí misma será limitado y que ya “ese ser será el centro de mi mundo”, pero, aun así, habla de seguir trabajando hasta que el cuerpo tenga energía y hasta que los publicistas la soliciten. Con su sonrisa enorme y sin temor, habla de la posibilidad de que después vengan más hijos.