Moda
4 ilustradores de moda que no puedes dejar de conocer
Conoce algunos de los talentos que se han convertido en los aliados ideales de los diseñadores y que de ahora en adelante te inspirarán.

Desde hace aproximadamente una década, la ilustración se ha ganado un lugar importante en el mundo del arte contemporáneo. Lo que antes se consideraba un oficio exclusivo de los diseñadores de moda, se ha posicionado como una respetada profesión, con piezas de arte que, en muchos casos, son de colección. Si bien la ilustración nace en el mismo momento en que la moda, con el paso del tiempo ha dejado de ser un mero figurín que retrata las ideas de los creadores, para transformarse en narrativas sobre papel (o digitales), que remiten a la belleza y a un estilo de vida casi onírico en el que hay unas figuras principales, sin mucho contexto alrededor, y donde las prendas son las protagonistas... casi siempre parece que cobraran vida bajo el trazo único de cada artista.
En este caso se puede decir que cada pieza es única e irrepetible; tiene el sello y visión propia de quien la dibuja. Por eso se pueden ver obras abstractas como las de Sirachi, el minimalismo japonés de Tobie Giddio, las creaciones digitales de Jason Brooks y las famosas muñecas de Jordi Lavanda, impresas sobre tapetes, velas y libros, e incluso de Kelsey Ashe, quien ha plasmado su cuaderno en papel de colgadura y cojines.
La moda colombiana no se ha quedado atrás. De unos años para acá han aparecido en la industria algunos apasionados del tema cuyo trabajo no solo ha dado una visión fresca de las pasarelas, al interpretarlas con marcadores, ecolines y acuarelas, sino que también ha llenado algunas prendas de color con sus entretenidos estampados textiles.
J.C. Piñeros

A unque se llama Juan Camilo, en el mundo de la ilustración se le conoce como J.C. Piñeros, el nombre con el que sus más allegados lo bautizaron y el que quiere volver famoso. “Creo que para nosotros, escoger el nombre artístico tiene cierta magia y un valor que no se puede expresar. Se trata de decidir cómo quieres que te conozcan; eso es crucial y debe ser muy estratégico. Juan Camilo es un nombre muy largo y mis amigos siempre me han dicho J.C.; además, el apellido Piñeros no es tan común, por eso quise resaltarlo. Para mí era más que lógico darme a conocer con esa misma proximidad, como si los seguidores de mi trabajo fueran personas cercanas a mí”.
Esta ha sido la premisa con la que el bogotano ha guiado su trabajo. Pese a que lleva poco tiempo dedicado de lleno a la ilustración de moda, esta ha sido la clave para tener una red importante de personalidades que apoyan su arte, como la periodista Pilar Castaño, la modelo Cristina Warner y la diseñadora de joyas Mercedes Salazar.

En la vida de J.C., los lápices, los pinceles y el papel siempre tuvieron un rol protagónico, tanto así que hoy día están presentes en sus más claros recuerdos. “Mi mamá siempre ha tenido alma de artista y buscó que yo también la tuviera. Me acuerdo que, siendo muy joven, me encontraba sentado en la mesa del comedor de mi casa dibujando el vestido de Cenicienta, y ella estaba ahí, animándome”. De esta manera, el creativo emprendió una construcción personal y profesional que se desarrolló en torno a la relación entre la moda y el dibujo, y que terminó de perfeccionarse cuando estudió diseño gráfico. Sin embargo, sus ratos libres siempre estuvieron colmados de moda. “Cada vez que tenía unos minutos, me ponía a ver las pasarelas y, sin darme cuenta, terminaba dibujando lo que veía; así empecé”.
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Para Juan Camilo no hay mejor regalo que un pincel y un ecoline (acuarela líquida), técnica con la que, asegura, “se casó”; con la que le da vida a los personajes sobre el papel y con la que resalta los detalles de las prendas; así evoca el estilo del cartel parisino de Chéret y Toulouse-Lautrec. “Me gusta retratar personajes que, más allá de contar una historia, se destaquen por una personalidad definida a través de los colores vivos, los trazos evidentes y la combinación de luces y sombras que enmarquen cada detalle”. Por eso, este artista asegura que sus obras han pasado por varias etapas de las que ha extraído pequeños detalles que hoy forman parte de su estilo.

Aunque sus dibujos le apuntan principalmente a la estética que Alessandro Michele le ha dado a las piezas de Gucci, en este momento se ha sumado al movimiento que le apuesta al diseño colombiano. “Como dice Nina García: ‘La moda colombiana está de moda’. Esta no solo se ve en las pasarelas y en las fotos, también le damos vida sobre el lienzo. Es una forma bonita de mostrarla y de promover el talento colombiano, más teniendo en cuenta que nuestra herramienta laboral son las redes sociales, que tienen la capacidad de llegar a cualquier parte del mundo”. Por eso, las obras recientes de Juan Camilo representan piezas de Mercedes Salazar, Johanna Ortiz y Leal Daccarett, a las que él les da su toque personal.
Por estos días, el ilustrador se dedica a hacer de su pasión una profesión y se prepara para dar el salto más grande de su carrera hasta el momento: exhibir dos piezas originales bajo la curaduría de Lemon Art Gallery en el Global Illustration Show, que tendrá lugar en Berlín, en septiembre de este año.
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Natalia Sierra

La mente de Natalia es un mundo paralelo lleno de riquezas y en la que lo imposible no existe. Ese es el lugar en el que se han gestado muchas de las ilustraciones que tienen fascinados al mundo de la moda y a sus seguidores. Por eso, cuando esta creativa –y ahora youtuber– resolvió dejar de lado su profesión como diseñadora de modas para dedicarse de lleno a la ilustración, no dudó en hacerle un homenaje a su “cabeza” al apodarse Natalia Minds. “Cuando decidí vivir del dibujo, empecé a ver que todos los ilustradores tenían su propio nickname y estilo. Así que me cuestioné: ‘¿Qué me hace única?’, y me di cuenta de que lo que me representa es mi mente. Natalia Minds, en sí, es el universo de todo lo que soy y lo que seguirá viniendo; es el universo que recrea toda la imaginación”.

De ahí que lo primero que esta diseñadora hace cuando se levanta es “tratar de recordar sueños”, no solo los que tiene durante la noche, también los que experimenta cuando está despierta. “Esto en mí es algo recurrente. Sueño con historias de viajar en el tiempo; con pequeñas cápsulas. Es más, siempre me pregunto qué haría si pudiera viajar al pasado o al futuro; eso sí, debo aceptar que me llama más la atención el futuro”.
Como sus ilustraciones lo demuestran, Natalia es una persona soñadora, divertida, alegre, que siempre ve lo positivo de la gente. Desde que era pequeña dibujaba y asistía a cuanto taller creativo se le cruzara; sin embargo, el dibujo lo veía como un pasatiempo. Ahora, agradece que su pasión se haya convertido en su trabajo y considera que su logro más grande hasta el momento es poder vivir de este arte. “No es un campo fácil, pero para mí es un sueño hecho realidad. Podría decir que es un privilegio hacer lo que más me gusta, dibujar y poderlo considerar mi trabajo”.

Hacer trazos todos los días no es algo nuevo para esta ilustradora. Consciente de que el talento se tiene que construir y desarrollar, desde hace un tiempo se impuso un reto a sí misma: pintar al menos una vez al día. “Creo que es el mejor consejo que le puedo dar a cualquier artista. Esto permite tener una evolución y evidenciar un recorrido. Al hacerlo, te das cuenta de que suceden cosas que te sorprenden mucho”.
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Ese trabajo constante es, precisamente, el que no le permite tener una técnica definida en sus ilustraciones, pues siempre está experimentando con nuevos materiales. Según dice, todo depende de la fase en la que se encuentre. “Tuve una etapa donde primaba la acuarela, luego las tintas y ahora estoy en una de marcadores. ¡Claro! Sin descuidar el tema digital”. Lo que sí la define, asegura, son las temáticas de sus dibujos y los elementos infaltables en ellas. “Suelo mezclar la realidad con los sueños para crear un mundo de chicas, donde la moda cumple un papel importante y a la vez tiene un tono positivo. Mis ilustraciones son historias o cuentos, por eso suelen tener elementos como libros, caras, partes del cuerpo humano e, incluso, artículos que representan estéticas olvidadas y que terminan por transformar la imagen en un universo recargado y único”.
Para Natalia y su mundo no existe algo que un papel y un lápiz no pueda crear; por eso, los trabajos que más la divierten son aquellos en los que le piden ilustraciones de cosas que nunca antes había dibujado; por ello, no descarta que en algún momento tenga la oportunidad de crear un “lugar mágico colmado de una naturaleza extraña”.

Amelia Rosales

Desde siempre se ha sentido apasionada y atraída por la ilustración, no solo porque heredó de su madre –la también dibujante Martha Altamar– el don de expresarse a través de la pintura, sino porque creció rodeada de los colores de los atardeceres cartageneros y del mar Caribe, que hoy sigue siendo su mayor fuente de inspiración.
Su vocación la dio a conocer en la adolescencia, cuando a los 16 años aprendió a dibujar y pintar viendo tutoriales por internet, cosa que la llevó a reconocerse a sí misma como autodidacta, aun cuando se graduó con el título de maestra en artes visuales de la Universidad de los Andes. Su inclinación por el dibujo era tan grande que, en su último año de carrera, decidió ir en contra de los consejos de los asesores y directores de tesis al optar por la ilustración. “Cuando estaba estudiando artes, sentí que algo me hacía falta. Las clases eran muy conceptuales; por fortuna, descubrí el dibujo. Me enamoré de la ilustración cuando me percaté de que combinaba mis dos grandes amores: la literatura y el arte, y era justo el complemento que estaba buscando”.

Su talento la llevó a encontrar con facilidad sus primeros clientes que, para fortuna de la artista, no eran solo colombianos, sino también de otras partes del mundo. Desde entonces, en su amplio portafolio se desglosan piezas creadas para marcas de moda como Naf Naf, L’Oréal, Levi’s y Burberry, y otras cuantas para medios de comunicación impresos, como El Tiempo, FUCSIA, Vogue Latinoamérica y el diario El Comercio, y para editoriales como Penguin Random House, Etiqueta Negra y Editorial Planeta, por solo nombrar algunas.

Aunque para Amelia no fue fácil salir de su zona de confort y dejar a sus seres queridos para forjar una nueva vida en el exterior, estaba convencida de que la vida le traería grandes oportunidades, y no se equivocó. “En Colombia aún no hay un boom de la ilustración”, comentó a El Heraldo, y recuerda el día en que expidió el RUT, pues tardó 20 minutos para explicar en qué consistía su trabajo, dada “la falta de conocimiento que hay frente al tema”. Mientras cursaba en Manhattan la maestría de ilustración como ensayo visual, en School of Visual Arts, trabajó como freelance para clientes en Latinoamérica y el Reino Unido, y consiguió que la representara una importante galería de Nueva York en la que tuvo el privilegio de participar en varias exposiciones, pues “el arte nunca me dejó”.
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La artista asegura que crear imágenes no es solo su profesión, sino “el único lenguaje que habla”. Sus piezas retratan fortaleza y son una oda a la mujer y al Caribe. En ellas, son imprescindibles salpicaduras vivas y espontáneas de acuarela que enmarcan diversas técnicas mixtas, un tanto arriesgadas, que buscan la unión del arte convencional con el diseño gráfico, su más reciente descubrimiento y pasión. Y es que Amelia está constantemente en busca de inspiración en rincones remotos y polvorientos que le permitan hacer de sus imágenes una pregunta y respuesta a la vez, que deslumbre, desconcierte y cuestione un tanto a quien la observe.
Si le preguntan por sus logros, asegura que ha sido trabajo duro y constante y, sobre todo, confiar en sí misma. Por eso, “mi mejor consejo para cualquiera es: ‘Sigue tu propio instinto, voz y camino. Si no lo amas, déjalo ir’”. Ahora, se siente afortunada, pues se mudó a San Francisco y trabaja como la diseñadora gráfica principal de una empresa de radiodifusión. “Mi trabajo incluye crear afiches para conciertos, pintar en vivo en festivales de música en California y hacer arte publicitario y digital. He tenido el placer de crear para clientes como Chris Robinson, The Lumineers, The 1975, The xx, Bastille, Museum of Modern Art y Wells Fargo, entre otros”.

Luisa Castellanos

Que Miranda Makaroff, DJ, blogger, diseñadora y socialité española haya recibido y publicado en repetidas ocasiones prendas de Eloisa, es algo que Luisa Castellanos, ilustradora y creativa de la marca, aún no logra concebir. “No hay palabras para describir lo que se siente cuando alguien que admiras tanto se ponga tus prendas y alabe tu trabajo en sus redes. Sobre todo, si se tiene en cuenta que a estas mujeres les pagan por vestirse con ciertas piezas”. Y es que no solo se trata de que la marca Eloisa –que apenas lleva seis meses en el mercado– tenga, de cierta forma, reconocimiento internacional; consiste en que esto posee un valor sentimental para ambas partes. “Ella siente que el kimono es un regalo muy importante que yo le di, y cuando se lo pone dice que se siente especial”. Este acontecimiento ha llevado a la marca a sonar en la escena mundial. “Porque Miranda se puso mi pieza, me escribió la actriz española Rossy de Palma y la diseñadora, stylist e influenciadora María Bernad. Ellas también lucieron mis creaciones”.

Ante tantos logros es difícil creer que Luisa apenas lleva unos años dibujando en forma. “Hace dos o tres años me volví disciplinada. Mi gusto por pintar me lo despertó mi mejor amigo Juan Camilo Estévez; lo que él hace es increíble, me antojé al verlo”. Sin embargo, por la mente de esta creativa jamás pasó que su hobby en algún momento se convertiría en su profesión. “Estaba estudiando odontología, pero no me gustaba. Aunque todavía no tenía nociones creativas, siempre llevaba una libreta a clase y dibujaba lo que veía”. Fue así como decidió dejar la odontología para estudiar diseño de modas. Si bien su fuerte nunca fue el patronaje ni la confección, la carrera le inculcó la pasión por los textiles y le permitió abrir su mente a las cuestiones creativas; herramientas que al sol de hoy le permiten dedicarse de lleno a la ilustración.

Para Luisa, cualquier cosa puede servir de inspiración para crear, por eso se considera una aficionada de las imágenes. “Me gusta ver redes sociales, libros, fotografías... cuantas más imágenes, mejor. Por ejemplo, me fascinan los libros de la Expedición Botánica de José Celestino Mutis; han sido un gran referente”.

Su fuerza creativa también proviene de las personas. Por un lado, su hermana ha cumplido un papel importante en la evolución de su arte, pues su pasión por los animales ha impulsado a Luisa a explorar más sobre este tema en sus obras. Por el otro, está su novio, y socio de Eloisa, quien la inspira a través de la literatura. “Él es un gran lector; mientras estoy dibujando le pido que lea en voz alta. Cuando él no está, me gusta escuchar a Diana Uribe. No sé por qué, pero los relatos potencian mis creaciones, las llenan de vida y de color”. De ahí que sus ilustraciones se definan por la paleta de color –casi siempre asociada a los pasteles–, por la meticulosidad de los detalles, por los trazos que parecen análogos pero son digitales y el infaltable tono rosa en las mejillas.

El amor y talento por la ilustración ha llevado a esta ilustradora a trabajar como diseñadora textil de la firma Azulu y como freelance en otros proyectos importantes, así como a lanzarse al ruedo y crear su propia marca de ropa (Eloisa), su sueño más grande y reciente. “Antes soñaba con ser la diseñadora textil de una casa grande; ahora solo quiero que mi marca le llegue a mucha gente. Quiero que mis estampados sean exclusivos, pero que también muchos tengan acceso a ellos. Un intermedio entre Moda Operandi y Zara”.

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