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Giro Donne 2022

¿Cómo nos subimos al bus del ciclismo femenino en Colombia?

Lina Bonilla, 13/7/2022

La gira europea del Colombia Tierra de Atletas y la progresión de nuestra única ciclista del World Tour son solo el prólogo del viaje por recorrer.

Ana Cristina Sanabria. Tatiana Ducuara y Paula Patiño en la Vuelta a Burgos 2022.
Ana Cristina Sanabria. Tatiana Ducuara y Paula Patiño en la Vuelta a Burgos 2022. - Foto: Bu5Comunicación

Ciclistas como Ana Cristina Sanabria, Diana Peñuela, Katherine Montoya, Jessenia Meneses, Liliana Moreno, Laura Lozano, Paula Patiño, Tatiana Ducuara… y un sin fin de referentes para los logros del ciclismo local, han tenido que luchar de manera incansable para poder ser vistas y reconocidas.

El ciclismo femenino en nuestro país ha salido adelante gracias a los pocos creyentes y a los varios talentos que, además de contar con esa cualidad, creen que la disciplina, la tenacidad y el amor por lo que se hace, logran lo inimaginado. Ellas han pedaleado contra el machismo, contra las bajas premiaciones, contra la corriente, contra todo.

Y aunque suene muy romántico (y muy colombiano), eso de hacer las cosas realidad con las uñas y hasta que las fuerzas se agoten, ¿no es tiempo de replantear varios aspectos que les faciliten a ellas la alta competencia con garantías dignas?

Un poco de contexto

Cuando hablamos de ciclismo femenino en nuestro país no podemos hablar de un gremio consolidado o de unos lineamientos claros para llegar del punto A (ciclista amateur) al B (ciclista profesional). No hay un camino correcto o preestablecido.

Eso sí, nos fijamos en nombres, en las ciclistas que han brillado en medio de tanta adversidad, y que a través de sus historias nos llenan de orgullo.

Pero hoy hablaremos de las carreras, esos grandes objetivos que una ciclista se puede trazar cuando empieza a soñar. La profesionalización depende de ello, y cuando esto no funciona de manera eficiente y constante, se pierden oportunidades de figurar como país.

El ciclismo femenino colombiano competitivo se inició en el año de 1937 con las competencias de la Feria de Manizales y el Primer Torneo de Ciclismo Femenino de Tocaima en 1941. Posteriormente, se inauguraron los Campeonatos Nacionales de Ruta en los años 50 y una serie de carreras se popularizaron en el auge ochentero del ciclismo, como la Vuelta a Colombia y el Clásico RCN, en sus versiones para mujeres.

Ocho décadas después, estamos evidenciando algunos resultados de lo que ha sido un tardío e interrumpido proceso.

El Colnago CM Team (ahora Equipo CM-Aguardiente Néctar) de 2020, año de su temporada europea.
El Colnago CM Team (ahora Equipo CM-Aguardiente Néctar) de 2020, año de su temporada europea. | Foto: Prensa CM

Pasaron más de 30 años para que un equipo colombiano viajara al viejo continente a competir, después de la última y única aventura que tuvo el Equipo Postobón en el Tour de Francia Femenino de 1986.

Además, la Vuelta a Colombia tuvo algunos años de realización en los 80′s pero pronto, lo poco que se había alcanzado, fue desapareciendo. No fue sino hasta el 2016 que se creó como una carrera UCI y que superó en cuestiones organizacionales al Tour Femenino. A pesar de ser una carrera con amplia participación, esta última no ha conseguido independizarse de la Vuelta al Porvenir masculina (se realizan de manera alterna).

De la historia de las carreras podríamos seguir hablando por horas: las que salieron bien en las regiones y sobreviven, las que tuvieron un par de ediciones y fueron descartadas, las que se hacen por mero protocolo pero sin real interés de diseñarlas de modo que supongan un verdadero reto para las pedalistas, en fin. Y también nos daría pie para sacar algunas buenas conclusiones como el hecho de que los Campeonatos Nacionales y la Vuelta a Colombia ahora tienen televisión.

La afición del ciclismo, la Federación, el Ministerio, las ligas, los equipos de marca, la empresa privada, todos… debemos sacarle la mano al bus del ciclismo femenino y subirnos de una vez por todas. Hacer las paradas respectivas para escuchar, planear, ejecutar, celebrar y evaluar. Luego subirse de nuevo al bus para continuar con el camino. Un proceso en el que podemos celebrar los pequeños logros mientras gestionamos y hacemos realidad los grandes. Un proceso serio, para deportistas serias.

Las carreras

Desde las carreras, hay que mejorar las premiaciones o en lo posible distribuirlo equitativamente con la rama masculina. Hay que garantizar mejores recorridos, que exijan a las ciclistas y las lleven a elevar su nivel desde la preparación. No necesariamente tienen que ser más largos, el ciclismo femenino en su esencia es más intenso, explosivo y brinda espectáculo en menos kilómetros.

A veces, nos encontramos con que las carreras regionales han avanzado a un ritmo distinto.

Una carrera como la Vuelta al Gran Santander en su edición de 2021 logró garantizar una premiación igualitaria en conjunto con la versión masculina, y con un recorrido intenso, que dista del despectivo y tradicional “es que no podemos hacer las carreras tan duras, son damitas”.

Algo similar sucedió con la Vuelta al Sur Huila, Tolima y Cundinamarca 2022, que entregó unos montos históricos en premiaciones a la rama femenina.

La Vuelta al Tolima -con todo y sus inconvenientes de conocimiento público acerca de las concesionarias que no le brindan permisos de vías de manera oportuna-, ha apostado por nunca desistir de su versión femenina. Contra viento y marea, sin importar si nadie la cubre, ellos han creído en ellas y en su proceso de competencia.

Antioquia también desarrolla competencias que atraen las miradas del ciclismo de todo el departamento y tiene una cuna de procesos de formación digna de réplica.

Ejemplos de cómo hacer la cosas bien en las competencias hay, lo que queda es replicar e instaurar nuevas condiciones que motiven mucho más a las ciclistas y a la industria en general.

También luchar por no dejarlas caer, que las competencias cobren un prestigio y no se estanquen en el tiempo. Emular en carreras regionales algunos lineamientos de carreras UCI y trabajar para que obtengan el reconocimiento del máximo ente rector.

Esa debería ser la meta a mediano plazo, contar con un calendario atractivo avalado. Algo que además puede motivar a ciclistas y equipos del exterior, para que vengan a endurecer y a aprender.

No es un trabajo sencillo, pero la adecuada articulación entre las ligas de ciclismo, los organizadores de carreras y la Federación Colombiana de Ciclismo es posible. Hay que hacerlo realidad con paciencia, responsabilidad y diligencia.

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Los equipos

Sabemos de las luchas de esos pocos creyentes que mencioné en un principio.

Varios están en los equipos, tal vez como entrenadores, directores deportivos o como financiadores, algunos ofrecen su tiempo y conocimiento sin esperar nada a cambio, con tal de crear un entorno que dé oportunidades a las ciclistas de este país.

A los dirigentes que operan con dineros de terceros se les pide transparencia, que entiendan que en esos presupuestos están los sueños de varias mujeres. No les pinten “pajaritos en el aire” con los planes a futuro, la sinceridad debe primar.

Entrenadores, se les pide que sigan creyendo en sus dirigidas, que las apoyen y las guíen, con todo el conocimiento que poseen.

Desde los equipos, hay que intentar profesionalizar cada vez más el trabajo de ellas, entenderlas pero exigirles. Hay que gestionar alianzas y ver cómo se puede empezar a trabajar sin dar tanta espera al proceso de las instituciones.

Una idea interesante ya está siendo ejecutada en el Norte de Santander con el equipo Guerreras del Norte. Una escuadra que desde hace un par de años mantiene una alianza con el equipo español Soltec Team. Esto como parte de un trato para ser una filial en Colombia. El proyecto también beneficia a ciclistas de otras partes de Latinoamérica, quienes logran hacer ahí el proceso de formación y alta competencia para luego dar el salto europeo.

Ese es solo un ejemplo de cómo se pueden empezar a diversificar los objetivos de una escuadra con miras a internacionalizar. Hay que salir, tenemos un ciclismo con mucha participación pero el fogueo internacional también debe ser una prioridad.

Y sobre todo lo anterior, es necesario implementar el acompañamiento psicológico y educación en otras áreas. Formar mujeres integrales que conozcan sus derechos y los defiendan desde el deporte y la vida.

La empresa privada

A las marcas y entidades privadas les digo: hay oportunidades de visibilizar su empresa en el ciclismo profesional, no solo desde el ciclismo recreativo.

Se sabe que la práctica de este deporte ha aumentado considerablemente en nuestro país por parte de las mujeres y que ellas también han optado por llevar esa pasión a la creación de contenido para redes sociales.

Diariamente vemos cómo las influenciadoras del ciclismo recreativo han tomado más protagonismo en redes como Instagram y TikTok. Un protagonismo que ha escalado también gracias a la alianza con privados de la industria, como marcas de bicicletas, prendas y accesorios de ciclismo de ruta.

La idea no es dejar de apoyar a esas personas que a través de su trabajo también crean cultura alrededor de la bicicleta. Sino que hay que repartir más el pastel. Un pedazo puede ir para esas ciclistas que corren cuatro o cinco carreras anuales y que lo dan todo por obtener resultados deportivos.

Animense a patrocinarlas, muchas de ellas conocen sus productos al derecho y al revés y los pueden promocionar de una manera eficaz. La televisión ya llegó al ciclismo femenino: su marca puede verse en una transmisión nacional a través de la indumentaria de las ciclistas. Las redes de ellas también están creciendo, ahí hay otra ventana. Denles la oportunidad.

Los medios de comunicación

Colegas, debemos ampliar el cubrimiento hacia ellas. No puede ser que el cubrimiento periodístico que se hace de una carrera femenina es el entregar el resultado de quien ganó en cada clasificación y pare de contar.

Debemos brindar acceso a información detallada sobre las ciclistas, los equipos, sus historias, las penurias y las hazañas… Solo poniendo en contexto y tocando la fibra de las audiencias podemos colaborar con el crecimiento del ciclismo femenino en Colombia.

Es ciclismo, al fin y al cabo, es deporte de alta competencia. Uno que hay que enseñar a consumir.

Se aplaude a los medios que ya están poco a poco dejando entrar a la rama femenina dentro de sus informaciones.

Se agradece a RCN por apostarle a un cubrimiento profesional de los Campeonatos Nacionales de Ruta y la Vuelta a Colombia con televisión incluída. Pero no perdamos el impulso, el espectáculo ellas ya lo garantizan.

La afición

¿Nos gusta ver ciclismo porque es masculino o por qué es ciclismo? Si la respuesta es la segunda, usted ya tiene media tarea hecha.

Ahora solo debe informarse un poco (sí, es verdad los medios todavía están en la tarea de dejar al alcance eso), buscar las carreras y verlas para ver qué le parecen. Si se entretiene, sígale apostando.

Actualmente hay varias herramientas para ver las carreras extranjeras como ESPN y GCN, o resúmenes de carreras locales en YouTube y redes sociales. Si empezamos a consumirlas y a comentar en redes o con sus amigos lo que sucede, ¡voilà!, estamos creando afición.

*Este cubrimiento periodístico desde Europa se hace en alianza con Toyota.