Señorita María, una cita con la empatía

Resulta fantástico encontrar producciones nacionales que nos acerquen a realidades y problemáticas de orden mundial desde una perspectiva tan nuestra que casi que se vuelve nuestra propia historia.

Señorita María, la falda de la montaña, es una de esas producciones.

Es también una apuesta segura de que nadie quedará apático a la historia de Maria Luisa Fuentes, campesina boyacense que nació como un niño pero que ha vivido la mayor parte de su vida como lo que es: una mujer.

La temática transgénero que se ha tomado las páginas de la prensa mundial con ánimo reivindicador dejará de ser para nosotros, los colombianos, cuestión de figuras como Caitlyn Jenner, Laverne Cox o Brigitte Baptiste.

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Después de ver esta película, queda la sensación de que presenciamos una prueba real, emotiva y sin pretensiones de una realidad que existe más allá de las pantallas de Hollywood o de lo más altos peldaños de la academia. A través de los ojos de María, queda expuesta una historia de diferencia vital en un escenario en el que nadie se suele preguntar cuáles son las manifestaciones o consecuencias del trangenerismo, como si esto se tratara de una condición exclusivamente urbana y "moderna".  

 Ver la lucha solitaria de la señorita María, su candidez mezclada con lo agreste y duro del trabajo del campo y conocer los detalles tristes de su vida es una oportunidad que no debemos perdernos . La simplicidad profundamente humana de esta historia alrededor de un personaje valiente y único es una invitación a pensar en las luchas ajenas y en la diversidad que a veces nos cuesta tanto entender.

La valentía de aceptar, interiorizar y vivir su verdad a pesar del mundo que la rodea hacen de Maria Luisa un personaje que queda en la memoria y es nuestra invitación a no perderse esta obra de Rubén Mendoza en salas a partir del 23 del noviembre.

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