Claudia Triana, la mujer que puso de moda el cine colombiano

Revista Fucsia, 15/3/2018

La directora de Proimágenes Colombia encontró en el fomento de este sector, tanto en el plano nacional como internacional, la vocación de su vida. La Ley de Cine y la creación de la Comisión Fílmica, sus dos grandes logros.

Claudia Triana, Proimágenes/ Foto: Pilar Mejía-Asistente de fotografía: JohnHamon - Foto:

Una cosa llevó a la otra, y a otra y a otra… No había escapatoria: el cine estaba en su mapa de ruta. A Claudia Triana le llegó muy joven, a los veintitantos, cuando asumió la dirección de la Cinemateca Distrital de Bogotá, con la que estuvo vinculada durante seis años. Aunque fue algo inesperado, y si bien no tenía vastos conocimientos sobre el tema, sabía quién podía apoyarla en la difícil tarea de ‘parar’ este santuario de la preservación de imágenes en movimiento. Y lo logró: consiguió que la entidad fuera incorporada a la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF).

Luego promovió la creación de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, del que fue directora ejecutiva durante nueve años y posteriormente miembro de la junta directiva hasta 2002. En 1998 asumió la dirección de Proimágenes Colombia, entidad privada sin ánimo de lucro que nació mediante la Ley General de Cultura, conformada por representantes de todo el sector para consolidar y promover la industria cinematográfica nacional y la preservación del patrimonio audiovisual colombiano. Una tarea titánica en un sector que en 2003, según recuerda esta bogotana licenciada en Artes Liberales de la Universidad de Navarra (España), recibió del Ministerio de Cultura la módica suma de 50 millones de pesos para inversión.

Su nombre surgió en una asamblea en la que se encontraban reunidos diferentes organismos del sector para discutir esta ley. Ramiro Osorio, ministro de Cultura en ese entonces, fue quien la propuso. “Por ley habíamos heredado los bienes y recursos de la extinguida Focine, y la casa en la que actualmente funciona la corporación era uno de ellos. Cuando llegué estaba llena de archivos, pues era uno de los depósitos del Ministerio de Comunicaciones. Estaba sola; mi hermano me prestó un computador y no tenía idea de cómo se manejaba. Así empecé”.

Un mes más tarde eran tres: ella, la secretaria y la encargada del área administrativa. Su primer reto era presentar un presupuesto a la junta directiva (conformada por el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Educación, la Universidad Nacional, Colciencias y la Dian, del sector público; y Cine Colombia, la Asociación Colombiana de Distribuidores de Películas, la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y representantes de los sectores de producción y realización, del sector privado) para poder arrancar. “No teníamos un peso porque era un fondo sin fondos, pues unos aportaron 164 millones de pesos en efectivo y el resto contribuyó en especie. No era fácil encontrar qué nos dieran en especie; de hecho hoy, 20 años después, estamos terminando de recibir los aportes de la Dian, el Ministerio de Educación y Colciencias”.

Lo que se pretendía en ese momento era tener una mesa de concertación para que el Ministerio de Cultura capitalizara Proimágenes, “porque 164 millones de pesos eran apenas para sobrevivir. Así estuvimos cinco años, rogándole año tras año al Ministerio que nos asignara recursos con el fin de seguir trabajando, mientras diseñábamos los instrumentos para que subsistir fuera posible”. En 2003, Claudia Triana participó en el diseño y acompañó el proceso de implementación de la Ley de Cine, en la que se preveían nuevos recursos para el fomento de la cinematografía nacional e incentivos tributarios para aquellos que invirtieran en ella, y permitió la creación del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, FDC. Desde entonces, el auge de la producción cinematográfica en Colombia ha sido evidente. “Pasamos de tener una película en 1997 (La deuda, de Manuel José Álvarez) a 42 en cartelera el año pasado”.

COLOMBIA: UNA GRAN LOCACIóN

Además, lideró la creación de un programa mundial que ha permitido la presencia y visibilidad de la cinematografía nacional en diferentes mercados, festivales y espacios académicos. Desde 2007 impulsó la Comisión Fílmica (la llamada Ley de Locaciones), mediante la cual se fomenta al territorio nacional como escenario para el rodaje de obras cinematográficas. “Ya hemos apoyado 29 películas y vienen como siete más. El primer proyecto fue Los 33 y el más reciente, Mile 22, con Mark Wahlberg”.

Pero no ha sido fácil. Esto le ha significado una dura preparación en la que la paciencia, la perseverancia y la convicción han sido claves. “El entrenamiento es el matrimonio. Llevo 40 años de casada y con el mismo hombre”. Eso sí, no sin antes haberse convertido en máster en concertación, en constructora de confianza con el gobierno y en luchadora contra la incredulidad institucional, y de paso, hacer oídos sordos a palabras necias. “Mi gran don ha sido el de la neutralidad: trabajo por el bien de todos por igual, no tengo conflicto de intereses porque no estoy buscando el provecho personal; por el contrario, busco procesos transparentes para impulsar el sector. Y, según algunos, ‘no genero reticencias y soy honrada’”.

Ha aprendido y sigue aprendiendo. ¿Su nuevo reto? “Me falta redondear la parte de la educación, que va de la mano de crear audiencias más formadas para lo audiovisual y que dentro del Ministerio de Educación, que es mi socio, haya quien entienda eso. Entonces después, tal vez, me pueda ir tranquila al sepulcro”.

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