Entrevista

La mirada de Laura Anzola bajo La Lupa: enfocar para contar

La periodista bogotana expone en FUCSIA su pasión por contar historias desde la intimidad, y lo hace con la misma convicción con la que ha forjado su carrera: “encontrando el lado más humano”.

Laura Anzola, periodista y fundadora de La Lupa, en entrevista con Fucsia
Laura Anzola, periodista y fundadora de La Lupa, en entrevista con Fucsia - Foto: Copyright 2025. All rights reserved.

En un ecosistema mediático saturado de inmediatez y titulares fugaces, Laura Anzola apuesta por detenerse. Hoy en día lo hace a través de un podcast que, más que producto digital, se ha convertido en un manifiesto personal: la convicción de que cada ser humano tiene una historia que vale la pena escuchar.

Bogotana, politóloga y periodista, Anzola ha vivido entre redacciones, cabinas de radio y debates políticos desde que tenía 18 años. Con apenas 31, ya ha pasado por medios como La W Radio, Semana y Canal Capital, además de trabajar en asuntos públicos y, en la actualidad, en la campaña política de Vicky Dávila rumbo a la Presidencia de la República. Pero entre todos esos caminos, hay un proyecto que la seguía persiguiendo y al que ella decidió volver con vigor: La Lupa.

“Acá todas las historias son válidas. Hay unos podcasts que son sólo de mujeres o de mamás o de hombres. Yo no quise centrarlo en un tema específico; para mí todas las historias son válidas. La Lupa es el único espacio donde todos tenemos algo en común que es una historia que contar, una historia que nos hace realmente maravillosos en la esencia de cada uno. Cabe la historia de la actriz, del político, del humorista, de la persona que nadie conoce, simplemente por el hecho de que tienen historias maravillosas que contar. Cada persona tiene unos dolores, unas situaciones muy específicas de su infancia, unas vivencias que hacen que eso genere sus perspectivas de vida, sus puntos de vista, y eso los lleva a ser quiénes son hoy”.

Laura Anzola
Laura Anzola, periodista y fundadora de La Lupa
Laura Anzola, periodista y fundadora de La Lupa | Foto: @studiokapture

El origen de un proyecto adelantado a su tiempo

Hace diez años, cuando la palabra podcast apenas circulaba en conversaciones académicas y no existía un mercado digital tan consolidado, Laura lanzó La Lupa y se vio obligada a llamarla “revista digital”. Armó una página web, se compró un par de cámaras y empezó a registrar conversaciones íntimas con personajes diversos: desmovilizados, actores, políticos... No importaba el perfil, lo central era encontrar esa grieta que revelara lo humano.

“Me encantaba la política, tratar los temas fuertes del periodismo, pero siempre sentí que detrás de cada personaje había heridas, dolores y vivencias que lo definían y que no se contaban. Quise crear un espacio para contar esas historias que a simple vista no se ven”, recuerda. Ese instinto, que hoy define buena parte del periodismo narrativo contemporáneo, fue el motor para entrevistar a casi cincuenta personas solo en esa primera etapa del proyecto.

El ritmo del trabajo en los grandes medios la llevó a querer pausar con este producto digital, pues el eco de lo que fue y lo que podría ser quedó flotando: “Siempre alguien me recordaba por ese proyecto, más que por mi paso por la W. Ese ‘pajarito’ me siguió hablando en el oído hasta que dije: tengo que volver”.

Set de grabación, podcast La Lupa
Set de grabación, podcast La Lupa | Foto: @studiokapture

La diferencia de mirar de cerca

Hoy La Lupa ha resurgido con fuerza, como podcast y con una propuesta narrativa que su fundadora considera única: un set diseñado al detalle, grabaciones en Studio Capture (dirigido por su padre, fotógrafo), un feed de redes sociales cuidado al milímetro y un desfile de historias sin igual. Pero más allá de lo visual, lo que marca la diferencia es el tipo de conversación que se lleva a cabo en cada entrevista.

“Sé que hice una buena entrevista cuando el invitado me dice: ‘nunca había hablado de esto’”, afirma Anzola. Para esta profesional, no se trata de elogiar logros ni de repetir anécdotas conocidas, sino de llegar a ese punto de quiebre donde el personaje se ve obligado a hablar desde la intimidad, desde la vulnerabilidad. Esa capacidad de llevar al invitado a lugares incómodos pero auténticos es lo que, para Laura, convierte al proyecto en único. “En La Lupa caben todas las historias, porque todas tienen un trasfondo humano que nos conecta. Si un cantante habla de depresión o de pérdida, cualquiera puede sentirse reflejado en eso, incluso yo”.

“Todos vivimos cosas difíciles, pero pensé :¿Cómo logro transformar todo esto en cosas maravillosas y cómo logro hablar de mí auténticamente? Yo siento que en las redes y en el mundo en el que vivimos ahorita todos mostramos una fachada que yo, la verdad, nunca me creo, entonces a mí lo que me gusta es coger esa fachada y decir: ‘Bueno, venga para acá, realmente qué hay detrás de la foto, qué pasó para llegar a lo que le está tocando vivir hoy en día“.

Laura Anzola

Entre la pasión y los retos

El regreso de La Lupa, comenta Laura, ha sido absolutamente orgánico, y con un crecimiento que sorprende: más de 70 mil reproducciones en Spotify y un 138 % de aumento en redes sociales en apenas tres meses. Las marcas ya han empezado a tocarle la puerta y la comunidad digital ha respondido con entusiasmo.

Pero los retos, como las retribuciones, se cuentan en plural. Abrirse espacio en un mercado saturado de podcasts, encontrar tiempo entre la campaña política, la maternidad que nació con sus dos hijas pequeñas y sostener un nivel de calidad estética y narrativa que exige cada vez más. “Es un trabajo-hobby. Lo disfruto, pero también me exige ser mi propia jefa, la más crítica de todas”.

El podcast ha recibido a decenas de invitados, entre los que se incluyen varias figuras públicas del país.
El podcast ha recibido a decenas de invitados, entre los que se incluyen varias figuras públicas del país. | Foto: @studiokapture

Aún así, el balance es profundamente personal. Para Laura, cada entrevista es también un aprendizaje, como una terapia. “Cada entrevista me hace ser más exigente conmigo misma. Oír historias ajenas me ha permitido mirar las mías con más honestidad. Conectar desde lo humano me sana y me recuerda por qué hago periodismo”.

En el horizonte, Anzola sueña con consolidar La Lupa como un espacio de referencia nacional, un lugar al que cualquier persona (famosa o no) quiera acudir para contar su historia. “Me muero por entrevistar a Vicky Dávila o a Julio Sánchez Cristo; sé que tienen historias increíbles y maravillosas que nadie conoce y en las que me encantaría profundizar, pero con la misma pasión me intereso por la vida de alguien anónimo que también tiene algo profundo que decir. Lo importante no es el personaje, sino la historia”.

Y aunque su agenda esté dividida entre política, maternidad y periodismo, sus proyectos parecen tener vida propia, con la columna vertebral del esfuerzo y la pasión que caracteriza su profesión. Laura Anzola ha vuelto con La Lupa y lo ha hecho con la fuerza de lo que quizá nunca debió apagarse: la certeza de que detenerse, escuchar y narrar con humanidad sigue siendo un acto radical y necesario.

“Yo me sueño con que La Lupa, con el pasar de los años, se vuelva uno de esos espacios más importantes del país donde se pueden oír buenas historias y donde se vivan historias interesantes. Que la gente me diga: ‘Me encantaría algún día poder contar mi historia allí”. Estas entrevistas son las más difíciles porque la gente sabe que este no es un espacio donde yo me siento a hablar de las bellezas y las maravillas. Sí hay espacio para eso, pero también cuando ellos se sientan ahí saben que se van a tocar temas incómodos, duros, pero con los que todos nos podremos identificar".

Laura Anzola

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