
The Pitt: quince horas de una vida entera
Por Redacción Fucsia
En medio de un la sala de urgencias, la serie logra mostrarnos todo lo que duele sin hacer ruido. Es la favorita de George Clooney por estos días… o eso leí.
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Por: Pamela López
Hay duelos que siempre permanecen y de los que poco se habla. Estos días, mientras veía The Pitt, pensé mucho en ellos, porque los llevo a cuestas y, de vez en cuando, aparecen sin anestesia. Hablo de esos duelos en los que nos despedimos de una rutina que no sabíamos que era tan nuestra: como cuando nuestra mejor amiga se casa y ya no la ves tan seguido o cuando te quedas sin trabajo y muchas cosas quedan atrás: los compañeros, las risas, una versión de ti que ya no existe.
Tal vez por eso The Pitt resonó fuerte. No tiene la intención de consolar. Es cruda, real, la vida misma. En quince episodios que duran una hora exacta, no hay música que suavice el impacto ni planos que glorifiquen la entrega. Todo ocurre en una sala de urgencias, en pasillos fríos, con médicos que no pueden más y silencios que se parecen mucho a los nuestros mientras ellos salvan vidas literalemente.
Lo que ocurre en el ficticio Pittsburgh Trauma Medical Hospital es lo mismo que pasa en la vida real: batallas invisibles que no siempre ganamos, despedidas que no se anuncian. Por eso, más que una serie médica, The Pitt es una serie sobre la pérdida. Es un cuento moderno donde el dolor no necesita gritar para sentirse. Y quizás allí radica su fuerza.

Lo fascinante de esta producción, además de la tremenda actuación de un viejo conocido en los dramas médicos, Noah Wyle, es que no se esfuerza en redimir a nadie. Los personajes son retratados con sus traumas, dolores y heridas, sin cierres catárticos ni redenciones mágicas. Están tan rotos como cualquier ser humano y, sin embargo, siguen.
Hay algo profundamente honesto en esa representación: la idea de que, a veces, no se trata de superar, sino de resistir. De avanzar con las grietas a cuestas. La serie también me hizo pensar en cómo tendemos a subestimar nuestras pérdidas cotidianas: un cambio de ciudad, una ruptura silenciosa, una amistad que se enfría. No les damos nombre porque creemos que no merecen duelo, pero The Pitt me mostró que la acumulación de esas pequeñas despedidas también pesa.
Incluso lo que no decimos se nos queda en el cuerpo. Hay cicatrices que no se ven, pero marcan. Algunas escenas son tan profundas que me recordaron cómo la vida puede ser implacable en apenas quince horas y sin ningún tipo de analgésico. Entonces entendí por qué esta serie, contada de forma ágil y distinta a lo que solemos ver hoy, se siente tan grande.

La verdad es que The Pitt retrata la vida real y nos enfrenta a lo que no solemos mirar. Pero, en esa crudeza, paradójicamente, hay consuelo. Porque al vernos reflejados dejamos de sentirnos tan solos. A veces creemos que los duelos solo se viven cuando alguien muere. Pero esta serie me recordó que perder también es adaptarse a una nueva forma de vida. Es dejar ir lo que ya no cabe, aunque duela, es aprender a estar en silencio con lo que ya no está.
Quizás por eso la vi completa en un solo día. Me dejé llevar porque, sin proponérselo, me recordó que hace parte de la cotidianidad tener esos duelos de los que no se habla a menudo. Que hay otros también sosteniendo lo que se rompió, lo que ya no vuelve, lo que fue y dolió. Y que, al final del día, hay belleza en reconocer esos duelos, aunque sean pequeños, aunque no tengan nombre.
Por último, hay que decirlo: The Pitt es una gran producción. Logra revitalizar los dramas médicos que, desde Grey’s Anatomy o ER, no pescaban audiencia ni conectaban emocionalmente. Noah Wyle, otra vez, nació para ser médico de televisión, y el elenco que lo acompaña está a su altura. Me encantó cómo abordan temas urgentes como el abuso del fentanilo o la salud mental de quienes trabajan en el sistema de salud.
En quince horas, The Pitt logra lo que pocas series: contar las cosas como son, con duelos que no se nombran, pero que todos hemos vivido. Porque no todo lo que duele es trágico, a veces solo es la vida pasando.