¿Qué tan inclusiva es la tecnología que usas?

En este punto del año, finalizando 2022, todos solemos ser más reflexivos que de costumbre. Estamos enfocados en pensar lo que nos deparará el próximo año y nos encontramos revisando lo que es necesario quemar con el ‘Año Viejo’ (comportamientos, percepciones, actitudes...) y también cuáles podemos llevarnos con nosotros para iniciar 2023. En mi caso, en las últimas semanas me he cuestionado acerca de qué tanta participación tienen las minorías en el diseño de las tecnologías que usamos en nuestro día a día. Por ejemplo, ¿los computadores, los celulares y hasta las tiendas virtuales están diseñados de manera inclusiva?

En los últimos años han surgido distintas tecnologías creadas especialmente para personas con discapacidad como algunos equipos para facilitar y aumentar la movilidad, la audición, la visión o la comunicación, entre otros. También existen tecnologías de PC, como Assistive Touch, que permite tocar la pantalla del PC y escuchar su contenido leído en voz alta, incluso si se trata de elementos que no suelen ser accesibles en la actualidad. Sin duda, estos esfuerzos por ofrecer tecnología accesible son parte de un compromiso a largo plazo para enriquecer la vida de cada ser humano en el planeta.

Descubrir este tipo de tecnologías que se convierten en una fuerza del bien me da un parte de tranquilidad. Sin embargo, mi reflexión va más allá. Se trata del valor que genera integrar a todas las personas, sin importar su condición, su percepción de género y su estrato social, dentro del proceso de diseño para brindar tecnologías que verdaderamente potencien a todos y todas.

La diversidad y la integración son fundamentales para la innovación

¿Se imaginan llevar la voz de las personas que viven con discapacidades a la investigación y el desarrollo de productos tecnológicos? O también, ¿impulsar grupos diversos con distintas percepciones de género, etnia y edad en procesos de innovación?

En la empresa donde trabajo han comenzado con prácticas de investigación y diseño inclusivas, con el fin de eliminar las barreras tecnológicas de las personas que viven con discapacidades y permitir un acceso equitativo al mundo digital que está en rápida expansión. Al mismo tiempo, en América Latina contamos con el trabajo de la consultora de género, diversidad e inclusión ‘Bridge The Gap’ que desarrolla metodologías y asesorías para incorporar mirada de género y diversidad en los productos y servicios de las empresas generando valor e innovación.

De acuerdo con una encuesta realizada por esta organización, ocho de cada diez mujeres participan en procesos de toma de decisiones en innovación tecnológica, pero solo a tres de cada diez las hacen visibles en paneles y eventos. Esto nos motiva no solo a contribuir a la eliminación de barreras de acceso, sino también a visibilizar el rol que estamos teniendo las mujeres en los procesos de innovación, para que así más organizaciones puedan construir una mejor tecnología desde la inclusión.

Nosotros como consumidores también tenemos un papel fundamental. ¿Qué tal si cada vez que compramos algo nos fijamos en sus características de accesibilidad? Algunas de ellas pueden ser funciones de asistencia, transcripción instantánea, guías de voz e incluso, al acceder a tiendas virtuales, podemos fijarnos en si es posible personalizar libremente el tamaño de la fuente y el espaciado o si cuentan con aplicaciones como el lector de pantalla.

No nos quedemos con la duda y aportemos a construir juntos un mundo más inclusivo, en donde la tecnología sea usada como una fuerza para el bien. Sí, una fuerza que nos permita mejorar la vida de las personas y contribuir a que puedan acceder a mayores oportunidades en cualquier ámbito, desde el laboral hasta la manera en cómo viven y se relacionan en su día a día.

* Las opiniones dadas por Ana Peña no representan la opinión de la revista Fucsia.