La felicidad está en uno mismo, no en los demás

Por: Ana Lucía Rey González

He tenido amigas y amigos que se demoran más en terminar una relación que en empezar otra, esos mismos para los que su estabilidad emocional depende de otra persona, y aquellos que prefieren estar en una relación tóxica antes que estar solos. Y sí, no lo voy a negar: en algún momento de mi vida yo fui la protagonista de esta macabra descripción, pero gracias a algunas experiencias aprendí que uno debe ser feliz solo, para poder tener relaciones sanas y felices. 

Acá te contamos como aprender a estar sola y ser feliz. 

Y es que me he dado cuenta que la soledad se ha satanizado, hasta el punto de no llegar a considerarla como una opción de vida, así sea temporal. Increíble optar por ser infeliz al lado de alguien que sólo aporta angustias, tristezas e incertidumbres a nuestra vida, en vez de decir “te dejo ir para ser feliz por mí misma”.

Tal vez pocos tienen el coraje de decirlo y, más aún, hacerlo. Pero lo único que queda claro es que ese tipo de personas, en las que la dependencia emocional le gana a una infinidad de argumentos en contra, tienen como único destino la infelicidad.  Y también hay que superar el pasado por eso te contamos cómo sacarte a tu ex de la cabeza y del corazón según Walter Riso.

Estoy a favor de las relaciones sanas, que aportan alegrías y no tristezas, que nos hacen ser mejores seres humanos, en vez de sacar a relucir lo peor de nosotros. Estoy a favor de las parejas que son personas individuales, mas no uno solo; esas que mantienen su independencia y libertad (ojo, no libertinaje) como premisa, sin que esto signifique que amen menos a su par.

Puedes reconquistar a tu pareja, solo debes saber cómo. 
 
No estoy a favor de aquellas relaciones llenas de temores, desconfianza, faltas de respeto, así aseguren que siguen en pie gracias al amor. No, eso no es amor, mis queridos. Amor no es aguantar todo, pasando por encima de la dignidad propia; amor es entender que somos dos personas completamente distintas, que se unieron para ser más felices de lo que eran antes de conocerse; no para ser felices gracias al otro.  

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Y es que la teoría de la media naranja nos ha creado esa falsa creencia de que somos seres incompletos, y que debemos ir por la vida buscando a esa pieza faltante del rompecabezas para encontrar la felicidad; pero, por lo menos para mí, no funciona así.
 
Quizás el día en el que entendamos que somos seres completos y que, de esa forma, podemos y debemos ser felices, estaremos listos para encontrar a otro que tampoco esté en busca de su mitad; y, en ese orden de ideas, lograr que dos personas completas compartan su felicidad y logren una relación saludable y, ¿por qué no? duradera.