Relaciones

¿Qué dice tu mirada?

Carolina Alonso, 10/10/2016

La forma como nos conectamos —o no— a través de la mirada es un poderoso indicador del nivel de intimidad en nuestras relaciones.

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Por: Carolina Alonso C.

Supongamos que te acaban de presentar a alguien, comienzan a conversar, se cuentan un par de anécdotas, se ríen y la curiosidad aparece. Entonces, se miran. Esa primera mirada se siente como si un interruptor interior se hubiera movido a la posición de “encendido”. Pasa a veces que la mirada, incluso, interrumpe la conversación, nos pone un poco torpes, nos hace sonrojar.

Los ojos del otro se transforman en un imán, en una puerta abierta que deseamos atravesar. Volvemos a la conversación, las palabras ahora se escuchan distintas, podemos habitar por horas en ese territorio que, mágicamente, se siente separado del resto del mundo. La mirada ha creado este espacio; a partir de ese instante, desearemos volver a él una y otra vez porque sentimos que allí pertenecemos.

Las palabras, el baile, las experiencias pueblan ese espacio íntimo que mirada creó. Y es la conexión a través de la mirada la que anhelamos.

Nos somos muy conscientes de que la mirada es la que crea la intimidad; entonces nos preocupamos por que haya palabras y experiencias, pero descuidamos la forma de mirarnos.

¿Recuerdan esa escena en la película Ávatar en la que, después de superar varias pruebas juntos, Neytiri le dice a Jake: “Te veo”? Esa es su declaración de amor. Porque al decir “te veo”, decimos: te reconozco, veo tu belleza, tu valor: los aprecio, deseo cuidarlos y quiero tenerlos cerca de mí. Y el amor puede resumirse así.

Podemos perder esa conexión. ¿Por qué? Pues porque nos dedicamos a ver hacia afuera, incluso juntos: vemos las cosas que hacemos, vemos lo que vamos consiguiendo, vemos cómo nos ven lo demás. Nos perdemos uno del otro en medio de tantas cosas por hacer.

Y un día sentimos un vacío, algo se ha perdido y no tenemos muy claro qué es. Por fuera todo parece “normal”, pero para nosotras ya no es lo mismo. Es muy difícil hablar de esta pérdida, es muy sutil.

Para nosotras, esta pérdida de conexión, esta ausencia de intimidad equivale al poner de nuevo el interruptor en “apagado”.  Perdemos el brillo, nos sentimos tristes. Podemos seguir haciendo cosas con el otro, incluso por mucho tiempo, antes de darnos cuenta de lo que hemos perdido, antes de comprender que esa luz que brilla en la intimidad es vital para nosotras.

Ahora es tu turno, recuerda que no hay aprendizaje sin acción:

  1. Date cuenta... ¿Con qué frecuencia miras a quienes amas? ¿Con qué frecuencia te sientes vista?
  2. Conéctate... ¿Acaso hay una inquietud sin nombre que trae consigo la tristeza?
  3. Conversa... Atrévete a conversar sobre la mirada, sobre el espacio de intimidad que crea, con esa persona cuya mirada es importante para ti.