Cuatro mitos de sexo

Adolfo Zableh, 5/4/2017

En medio de estereotipos, como que siempre pensamos en sexo y nos queremos comer a todas, rondan otros mitos sobre lo que queremos y lo que no

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Decir que es difícil ser hombre es una mentira, y más en temas de sexo, donde todo, desde los burdeles hasta el porno en internet, ha sido armado para que disfrutemos de lo que supuestamente nos gusta. Pero tampoco es fácil. En medio de estereotipos, como que siempre pensamos en sexo y nos queremos comer a todas (ambas verdades a medias), rondan otros mitos sobre lo que queremos y lo que no.

Breve lista de cosas que en teoría nos hacen perder la cabeza, y al final no tanto.

1. Aventuras  de una sola noche

Fantasía: Conocer a alguien y que desde el comienzo los astros se junten. Charla, baile, coqueteo y a la cama. El mejor sexo de la vida con poco esfuerzo y cero compromiso. Acabar e irse a la casa con un buen recuerdo y la posibilidad de repetir.

Realidad: Salir de conquista es placentero si al hombre le sobra físico, carisma, dinero y valentía. Pero como de esos hay pocos, levantar suele ser una tortura, una inversión de alto riesgo que casi siempre termina en pérdidas. Un hombre que sale de caza tiene una sola oportunidad, minutos apenas, para llamar la atención de una desconocida, y por lo general falla. Luego, si triunfa, está el sexo. ¿Recuerda usted lo engorroso que puede ser acostarse con alguien la primera vez? Todo son dudas. Llámenme anticuado, pero mejor tener sexo varias veces con una conocida que una vez con muchas desconocidas.

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2. Despedidas de soltero

Fantasía: Con la excusa de que uno de ellos se casa, un grupo de amigos tiene la noche de su vida llena de fiesta, alcohol, locuras y sexo.

Realidad: De veinte que confirman llegan cinco. No hay motel disponible esa noche y toca improvisar el sitio, a veces un apartamento, a veces un burdel de mala muerte. La mujer que consiguen para animar la fiesta no corresponde a la del anuncio. Al final, todos terminan sobrios porque el trago es carísimo y siempre hay dos que se escapan temprano para no tener problemas con la esposa.

De todas formas, al final el futuro esposo suele terminar teniendo sexo, y por ahí alguno de los amigos también. Al volver a casa ponen cara de que no pasó nada y sus respectivas parejas no hacen preguntas para evitar peleas. No entiendo que un hombre empiece un matrimonio siendo infiel con cualquiera y que la mujer prefiera mirar hacia otro lado.

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3. Tríos

Fantasía: Una noche loca donde un hombre es capaz de satisfacer a dos mujeres y ellas, en agradecimiento, le dan todo el placer posible.

Realidad: Primero, ¿dónde están esas mujeres? (que no cobren). Segundo, no debe haber mucha gente que se le mida sobria a algo así, aunque se sepa que el alcohol afecta el rendimiento. Tercero y más importante, los hombres muchas veces no sabemos qué hacer con una sola mujer, ahora vamos a poder con dos. En un trío todo es confuso, enredado e intermitente, y el hombre se termina inclinando más por una que por otra, cuando no la relega. Al final, nada de lo que se soñaba en la fantasía ocurre en la realidad.

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4. El tamaño

Fantasía: Con un miembro más grande las mujeres harían cola para acostarse con nosotros.

Realidad: La vida no es una película porno donde nos tiene que llegar hasta la rodilla y en la que las mujeres acceden a tener sexo con solo decirles “hola”. Aunque lo peor de esta historia es que tenerla muy grande en vez de atraer, espanta. Cualquier mujer puede confirmar que algo que supere con creces el promedio (entre 13 y 16 centímetros, según estudios recientes) hace que se lo piense dos veces antes de, cómo decirlo, ponerse a jugar con él.

Por espacio no caben otro par de leyendas sexuales que suenan bien pero con las que poco o nada pasa: tener sexo con mujeres que están muy buenas (suelen creer que por el hecho de estarlo no tienen que hacer nada y el hombre debe cargar con toda la responsabilidad) y noches románticas (velas, champaña, rosas en la cama, un cliché que termina en desastre).

Si me preguntan, el sexo es un hombre, una mujer, una cama y que pase lo que tenga que pasar. 

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