Estilo de vida

De la raíz al alma: Myriam López y el poder invisible de una cicatriz

Redacción Fucsia, 16/5/2025

Hay historias que no nacen en un laboratorio, sino en el silencio de una lucha íntima. Anyeluz es una de ellas.

De la raíz al alma: Myriam López y el poder invisible de una cicatriz | Foto: sebas moreno

La belleza, a veces, aparece justo cuando todo parece haberse perdido. Para Myriam López, fundadora de Anyeluz, ese momento llegó en forma de alopecia, una condición que desdibuja no solo la imagen frente al espejo, sino también las certezas más profundas. Lo que muchos verían como una derrota, ella lo transformó en una búsqueda. Y esa búsqueda la llevó, insólitamente, a la cebolla.

En un mundo donde la belleza suele medirse en frascos importados y promesas futuristas, Myriam apostó por la raíz —literal y metafóricamente. Desde su cocina, creó una fórmula con ingredientes naturales, impulsada por una necesidad muy humana: recuperar lo que sentía suyo. Lo que entonces parecía un experimento doméstico terminó siendo el primer paso de una revolución silenciosa.

De la raíz al alma: Myriam López y el poder invisible de una cicatriz | Foto: sebas moreno

En 2015 nació Anyeluz. Una marca, sí. Pero también un manifiesto. Una declaración de principios que habla de autenticidad, de conexión con lo esencial y de resiliencia transformada en propósito. Hoy, con más de 209 productos que abarcan el cuidado capilar, facial, corporal y, recientemente, el maquillaje, Anyeluz no es solo una marca colombiana en expansión; es un símbolo de cómo una historia personal puede resonar en miles de cuerpos y memorias.

Ella no buscaba fundar un imperio. Buscaba sanar. Pero en el camino, construyó mucho más que una empresa: edificó una comunidad. Una red de mujeres que encontraron en su testimonio una forma de reconciliarse con sus propias batallas. Y esa es, quizás, su mayor invención: haber devuelto el poder a quienes alguna vez creyeron haberlo perdido.

De la raíz al alma: Myriam López y el poder invisible de una cicatriz | Foto: Cortesía

Porque al final, lo que Myriam hizo no fue solo crear productos. Fue crear esperanza. En frascos, sí. Pero también en palabras, en ejemplo, en acción. Anyeluz no viene de una fórmula secreta: viene de una mujer que decidió florecer justo en el momento en que se estaba quedando sin raíces.

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