Cine

Alice Guy: la primera cineasta de la historia

fucsia.co, 8/3/2023

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, recordamos a la primera cineasta que, como muchas otras, fue borrada de los anales del cine.

Alice Guy
Alice Guy, directora de cine. - Foto: Getty Images

Por lo general, la historia se cuenta desde un solo punto de vista. Las guerras, las hazañas, la creación de grandes inventos y todos los sucesos que han marcado el curso de la humanidad han sido narrados desde la perspectiva de los vencedores y cabe aclarar que, en su mayoría, estos han sido hombres. La filosofía, el arte, la literatura y la ciencia están plagadas de ilustres figuras masculinas que han sido determinantes para nuestro desarrollo. Sin embargo, en cada una de esas hazañas se ha omitido el nombre de las mujeres, no simplemente por el papel que desempeñaban en esa época, porque no estuvieran interesadas en esos asuntos o porque no contaran con las aptitudes para esas labores, como muchos se atrevían a asegurar, sino porque siempre se menospreciaron sus aportes o fueron arrebatados para inflar la carrera de alguno de esos exitosos hombres o dar a conocer a un ‘genio anónimo’.

A pesar de los hechos mencionados, este texto no trata de hacer una diatriba en contra de los hombres, solo es un intento por comprender desde dónde se ha contado la historia para empezar a ver esas otras perspectivas que se han ocultado por décadas y que también ayudaron en el progreso de nuestra especie. Para este caso particular, hablaremos del cine y nos enfocaremos en Alice Guy, la primera cineasta de la historia que trató de luchar para mantener su legado y ser reconocida, pero que ante el machismo preponderante de esos años fue opacada para darle visibilidad y mérito a la carrera de los hombres que ingresaron a la industria. Guy nació en Francia y vivió su infancia en Chile, pero luego regresó con su familia a Europa debido a una pandemia de viruela en el país sudamericano. Estudió mecanografía y taquigrafía para obtener un puesto como secretaria y fue contratada por una compañía de instrumentos fotográficos; este puesto, sin pensarlo, sería el inicio de su prolífica carrera como cineasta.

Cuando los hermanos Auguste y Louis Lumière presentaron el cinematógrafo en el Gran Café de París, en donde proyectaron un corto de solo 46 segundos en el que se mostraba a un grupo de obreros saliendo de una fábrica, no pensaron en el alcance que tendría este invento y mucho menos que sería una mujer la que vería el gran potencial que tenía el artefacto. Alice Guy conoció el cinematógrafo de primera mano el día de la presentación y convenció a su jefe, León Gaumont, del futuro que tenía, pues ella vio en el instrumento la posibilidad de contar historias. De esta forma, fuera de su horario laboral, Alice empezó a filmar sus primeras películas; la primera de ellas fue El hada de los repollos (1896), que fue grabada unos meses después del estreno del cinematógrafo y solo unas semanas antes de que Georg Méliès, reconocido como el pionero de los efectos especiales, ingresara en la industria.

Los aportes de Alice Guy al cine son innegables, pues no solo creó la narrativa en el cine, sino que se arriesgó a mostrar en sus producciones a mujeres en tabernas, fumando o haciendo cosas que no eran propias de la época. Adicionalmente, a ella se le atribuye la realización de la primera película con un reparto de personas negras para un momento en el que los blancos aún se pintaban el rostro para hacer esas interpretaciones. Dicha película fue A fool and his money (1912). Igualmente, con su película La malagueña y el torero (1905), que fue grabada en España, fue de las primeras directoras en pintar a mano cada fotograma para tener el efecto de una película a color. Asimismo, la directora fue de las primeras personas en vivir enteramente del cine, pues actuaba, producía y dirigía todos sus proyectos, llegando a fundar la primera productora (Solax Company), con la que desarrolló varios filmes en los que, como era de esperarse por esos años, fue sacada de los créditos para atribuirles varias de sus creaciones a sus ayudantes.

A pesar del esfuerzo de la industria por borrar el legado de Alice Guy, en la actualidad se reconoce como una de las pioneras del cine. Pero, aunque parezca increíble, el caso de Guy no es aislado, pues los aportes de varias mujeres al cine fueron eliminados o usurpados. Este es el caso de Lotte Reiniger, conocida como la primera animadora; ella realizó Las aventuras del príncipe Achmed (1926), que es considerada la primera película animada que aún se conserva, y creó la cámara multiplano, proyecto que luego fue patentado por Walt Disney como si hubiese sido una idea original del estudio de animación. Otro nombre destacado fue el de Lois Weber, directora de El mercader de Venecia (1914), que fue el primer largometraje filmado. Weber abordó en varios de sus filmes temas polémicos como el aborto y el control de natalidad (Where are my children?, 1916); la pena de muerte (The people vs. John Doe, 1916) y el alcoholismo (Hop, the devil’s brew, 1916).

Con el legado de estas primeras mujeres del cine vinieron nombres como el de Leni Riefenstahl, reconocida directora del cine de propaganda que inventó varios planos y artefactos para llevarlos a cabo; Agnès Varda, una de las precursoras de la Nueva Ola francesa, y Margot Benacerraf, directora venezolana que fundó Fundavisual Latina junto a Gabriel García Márquez. La lista de las mujeres cineastas que se han invisibilizado es extensa, sin embargo, ahora que existen los medios para conocer estos nombres y el ánimo de sacarlos del anonimato, es labor de cada uno informarse y ver ese cine olvidado para ampliar las perspectivas del audiovisual y dar el debido reconocimiento a esas mujeres.

Esperamos que esta fecha, más allá de ser una excusa para regalar flores y chocolates, sirva para que se dé mayor visibilidad a los aportes femeninos en las diferentes disciplinas.