Turismo
Tres días para enamorarse de Lago de Atitlán y de Ciudad de Guatemala
La nueva ruta Bogotá–Ciudad de Guatemala permite una escapada eficiente para conocer los pueblos artesanales de Atitlán, caminar Antigua al ritmo de sus plazas y probar los sabores más tradicionales de la cocina guatemalteca.

Por ÁNKAR LUCÍA BRITO
La nueva ruta Bogotá–Ciudad de Guatemala de Wingo abre la posibilidad de una escapada de fin de semana largo: tres días para recorrer la capital guatemalteca, navegar el Lago de Atitlán y caminar las calles empedradas de Antigua.
Un viaje breve que revela una geografía volcánica única y una historia compartida con América Latina. El plan es llegar el viernes en la noche a Ciudad de Guatemala, luego muy temprano el sábado tomas rumbo hacia el Lago de Atitlán: un espejo de agua inmenso, rodeado por volcanes y pueblos encantadores, cada uno con personalidad propia.
Las opciones de pueblos ribereños como Panajachel o San Pedro La Laguna, y dejar de lado el afán, para que sea el ritmo del agua el que marque tu paso. Paseos en lancha, conocer de cerca el arte y los textiles que los artesanos elaboran diariamente, así como los atardeceres que se reflejan en la superficie, cafés tranquilos frente al volcán. Todo conspira para que desconectes.

La tarde en estos pueblos se presta para observar y comprar textiles, escuchar a las artesanas explicar el simbolismo de sus bordados y tomar un café frente al agua mientras pasan las lanchas que conectan el ecosistema comunitario del lago.
De ahí, viajar muy temprano en carro a Antigua Guatemala, que es la postal eterna con sus calles empedradas, sin duda es una ciudad que parece preservar el tiempo entre iglesias coloniales y fachadas color ocre.

Aquí se camina sin prisa: la Calle del Arco, el icónico Arco de Santa Catalina con el Volcán de Agua vigilando el horizonte; el Cerro de la Cruz, desde donde la ciudad se entiende completa; conventos en ruina, plazas donde suenan conversaciones en voz suave, y restaurantes donde la gastronomía guatemalteca se sirve con orgullo: pepián, kak’ik, tamalitos de chipilín, chocolate espeso.
Es fácil enamorarse de Antigua, pero el tiempo se acabó y el lunes ya regresas a Bogotá. Tres días bastan: no para conocerlo todo, sino para recordar lo esencial. Guatemala no es solo un destino: es una invitación a conocer la inmensidad de la naturaleza y la historia de colonización que vivimos tanto en Centroamérica como en Suramérica.




